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miércoles, 9 de diciembre de 2015

TOROS EN EL REGAZO DEL MISTI

En la placita del Círculo Social La Unión de Cotahuasi, se corrieron cuatro ejemplares colombianos de Juan Bernardo Caicedo y dos de San Simón, en general bien presentados pero carentes de bravura. Alfonso de Lima triunfó con el único bravo del encierro junto al murciano Emilio Serna que también tocó pelo. Más de dos mil aficionados se agolparon en el pequeño escenario para disfrutar del festejo que fue todo un acontecimiento…
Un placer inolvidable reencontrarnos con aquella majestuosa ciudad que es Arequipa, de rancio abolengo, impresionante arquitectura en sillar y baluarte de nuestra identidad, convertida hoy en
la metrópoli más importante después de Lima. Allí sus picanterías resisten estoicas la oleada gourmet de nuestra gastronomía y ofrecen sus tradicionales platillos a los ocasionales.         Después de disfrutar de un sabroso rocoto relleno y el infaltable pastel de papa, asentados con la refrescante chicha mistiana, enrumbamos pasado el mediodía a la placita de toros de la variante Uchumayo, donde por primera vez en su historia se daría un espectáculo cruento con seis astados de casta.
El escenario es un albero de reducido diámetro con graderíos para dos mil espectadores. A las tres de la tarde el sol resplandece en el cielo límpido y media hora después los pequeños tendidos lucen rebosantes de gente. Cincuenta soles es el costo del boleto que la gente paga sin inmutarse para ver una corrida que no se daba desde los tiempos de la desaparecida plaza de toros de Miraflores.
El ambiente es bullicioso y de mucho colorido. Resuena en el aire la música de Los Pukas; muchos van de blanco calzando vistosos sombreros de paja y paño y botas de cuero recio. En efusivo encuentro se estrechan la mano viejos y jóvenes ganaderos de las renombradas provincias de Castilla, Cotahuasi y Cailloma, cuna de criadores de toros bravos. Suena el clarín y un alguacilillo impecablemente ataviado aparece en el redondel…
Fue una corrida de esas de las llamadas duras. Los toros colombianos, a pesar del castigo en varas, tuvieron fortaleza y se fueron a más pero para complicarle la vida a sus lidiadores, midiendo y arrollando más que embistiendo humillados, salvo el 4°, un precioso jabonero que tuvo nobleza y cuando se lo propuso tomó por abajo la muleta; y el 6°, un negro bravo que lastimosamente saltó malogrado de la pata derecha. Los de San Simón adolecieron de fijeza y anduvieron muy a su aire desentendiéndose de los engaños.
Al colorao que abrió plaza Cristóbal Pardo lo aprovechó en cuatro lances que remató con un vistoso quite a una mano. En la muleta el bicho optó por las tablas y cuando fue pa’lante arrollaba defendiéndose. Con el 4° la historia pudo ser distinta; había que meterse mucho con él desde el inicio, pues cuando no veía engaños ni iba embebido optaba por la querencia. Entonces Cristóbal optó por el uno y uno y los derechazos fueron aprovechando el viaje del animal. No lo intentó por el otro pitón y el asunto quedó allí.
El expediente de Emilio Serna fue el más difícil de resolver. Ambos astados de Caicedo tuvieron poder y peligro y ninguno le facilitó siquiera una tanda. El 5°, más hecho y cuajado, sacó fondo y malas maneras a pesar de los dos puyazos del Toto. Los arreones eran sabiendo lo que había detrás y las coladas presagiaban lo funesto. El torero aguantó lo que pudo su humanidad y tras pincharlo fue contundente en el segundo intento. Cobró una oreja que no paseó porque un sector de la plaza la protestó.
Alfonso de Lima tuvo entre manos el lote de la tarde y lo aprovechó con inteligencia, porque es un torero que no da concesiones, tiene actitud y he allí el meollo del asunto. Al de San Simón que hizo 3° lo recibió con una larga y los lances a la verónica tuvieron mucha garra. En la muleta el animal se movía sin clase y suelto; el limeño no se amilanó y plantándole cara le arrancó derechazos que si bien no estéticos, logrados con mucha perseverancia y valorados por el público. Al 6° lo toreó más a gusto y el remate con que abrochó los quites fue verdaderamente sensacional. Mucha quietud con la mano derecha, embarullándose algunas veces, pero disfrutando la nobleza del toro. De hecho, el defecto de locomoción que traía el animal y el doblar en la arena un par de veces, restó valor al indulto que finalmente el juez concedió, pero incontestable la voluntad y las ganas de triunfo que mostró el torero en toda su actuación.    

Ficha. Domingo día 6 de diciembre de 2015. Tarde soleada con plaza llena. Corrida extraordinaria por la Virgen del Chapi. Seis ejemplares de don Juan Bernardo Caicedo y San Simón. Cristóbal Pardo (Verde Esperanza y Oro) Dos pinchazos, estocada delantera y caída, palmas. Estocada caída, palmas. Emilio Serna (Nazareno en Azabache) Estocada desprendida, palmas. Pinchazo y estocada delantera, oreja. Alfonso de Lima (Celeste y Oro) Estocada caída, oreja. Rabo y dos orejas simbólicos.

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