Dos conceptos
distintos para una sola verdad: la del toreo auténtico. Javier Castaño y
Antonio Nazaré tocaron la gloria al pie del Ilucán en una tarde para el
recuerdo. Bien presentada y con matices de bravura, clase y también de lo otro,
lució la corrida colombiana de La Ahumada.
La vida nos regaló un
pedazo de felicidad ayer, con una corrida bien presentada –sólo uno, el 1°,
fuera de tipo-, y dos toreros que resolvieron con arte, conocimiento y valor,
las complicaciones de un encierro que tuvo todos los ingredientes para
una
opípara tarde de toros. Castaño, torero de Salamanca, se desbrozó con ese toreo
de garra y pundonor propios de las gentes de aquellas recias estancias. Nazaré,
en cambio, recitó en finura y pellizco el clásico poemario de su bendita tierra
prodiga en toreros de pasmo y hondura.
Los toros no regalaron
nada y los diestros apelaron a su batería de recursos para resolverlo todo.
Tarascadas, coladas, parones y maliciosas miradas de sus oponentes –que eso es
el examen mayor-, creando arte a partir de allí a través de bellas imágenes
plásticas para el disfrute de los tendidos. Castaño se dejó ver como el
guerrero que sobrevive a mil batallas. El 1° un zancudón pregonao que arrollaba
lo que se le ponía delante; el 3° se desplazó más en largura y el inicio por
doblones fue proverbial; de allí el toro se le fue quedando pero el torero
nunca renunció y se mostró muy por encima de las condiciones de su oponente. El
5° tuvo mejor pronóstico, se empleó en el capote dibujando el torero
chicuelinas que el público jaleó. Aplomado el toro, Castaño insistió con toda
su sabiduría por el pitón izquierdo, arrancándole muletazos sentidos y mandones
hasta que el toro claudicó. La gente valoró lo hecho y apretó hasta que apareció
el pañuelo allá arriba.
El sevillano Nazaré
tuvo que esperar hasta el 6° para mostrarse tal cual en sentimiento y hondura.
Qué inicio de faena nos regaló…Muy a la antigua, con el mentón en el pecho y
quieto como una estatua. El toro soportó larga lidia desplazándose más largo y
claro por el derecho, aunque sin la clase deseada para que el torero estuviese
más a gusto. Sin embargo, el sevillano se entregó y fluyeron muletazos de mucho
sentimiento, adosados con kikirikis, parones y recortes de sabor añejo. La
gente se entusiasmó y aunque el torero no lo mostró por el otro pitón, fue
indultado con la bendición del señor juez.
La corrida, sin ser un
dechado de calidad, fue encastada y arreó con fuerza al caballo. Una verdadera
corrida de toros con virtudes y defectos imprescindibles para dar emoción al
espectáculo; y dos toreros que estuvieron allí para dar la talla. Tarde para el
recuerdo la que vivimos ayer en la plaza de toros Jorge Piedra Lozada de
Cutervo.
Ficha. Domingo día 28 de junio 2015. Quinto
festejo de la feria taurina San Juan Bautista de Cutervo. Tarde soleada y plaza
llena. Reses de La Ahumada, bien presentadas y de diverso juego. Javier Castaño
(Gris perla en azabache) Pinchazo, estocada delantera y desprendida,
descabello, palmas. Pinchazo y estocada desprendida, oreja. Estocada
desprendida, dos descabellos, oreja. Antonio Nazaré (Turquesa y oro) Media estocada
trasera, tres descabellos, silencio. Estocada delantera y caída, silencio. Dos
orejas simbólicas.
Incidencias.
Los picadores sufrieron aparatosos tumbos, Darci Tamayo fue volteado tras
hacerle hilo el toro y Denis Castillo se desmonteró tras colocar un
extraordinario par de garapullos al corrido 3°.
(Desde Cutervo, textos y fotos de Juan Medrano
Chavarría).
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