Con su toreo
muy a la mexicana, variado, fácil y efectista, el diestro tlaxcalteca triunfó
en el primer festejo de la feria del Señor de la Ascensión. Fernando Roca Rey
también salió en volandas en una tarde donde a la corrida de San Pedro y
Salamanca le faltó el punto de raza para romper.
Empezaremos con algunas
disquisiciones sobre el juez, la autoridad o la presidencia, que conduce el
festejo y otorga los trofeos de acuerdo al reglamento taurino. Si está allí lo
hace investido de autoridad, dispone y ordena y hay que respetar sus
decisiones, porque está sobreentendido que conoce ampliamente del tema y tiene
sabiduría para resolver
en situaciones en que la masa actúa movida por pasiones
y emociones.
Hace unos días una dama
que escribe de toros en un medio limeño se preguntaba porqué en nuestro país no
podemos tener ferias de categoría como la de Manizales, Cali o Medellín en
Colombia… Pues sencillamente porque allá los espectadores tienen cultura
taurina, se respeta a la autoridad y los toreros son verdaderos profesionales
que acatan las disposiciones y reglamentos de los espectáculos taurinos. Este
cronista, que ha presenciado corridas en plazas de América, no recuerda haber
visto banderilleros azuzando al público para pedir trofeos para su matador,
menos impidiendo que el tiro de arrastre ingrese al albero en tanto se
exacerban los ánimos para cargársela contra el juez y por presión de la masa
caigan los trofeos. Ocurrió en Acho la temporada pasada, cuando un banderillero
español tuvo el desparpajo de detener a los mulilleros mientras la gente se
cargaba la presidencia.
He allí la explicación
a nuestra penosa realidad. Muchos festejos, muchas corridas, muchas plazas
llenas pero nada de formalidad. Nos zurramos en la ley, los reglamentos y nos
creemos listos e intocables. A estas alturas deberíamos exportar toros y
toreros pero solo somos el hazmerreír del cotarro…
En Puquio los
organizadores invirtieron dinero en la impresión de 15,000 folletos
ilustrativos donde se abordaban temas como el reglamento taurino, concesión de
trofeos, función del picador, tercios de la lidia, tipos de estocadas, entre
otros detalles de las corridas de toros. Se confeccionaron también igual
cantidad de pañuelos blancos que se entregaron a los espectadores a su ingreso
a la plaza. El objetivo de la comuna, muy loable por cierto, era ilustrar al
público para el buen desarrollo del espectáculo…
Los toros de San Pedro
y Salamanca saltaron terciados y se dejaron torear. Los de Salamanca lucieron
mejor condición pero en general a la corrida le faltó fuerza y ese picantito, este
último factor indispensable para generar emociones. Con ese material entre
manos los toreros tuvieron que hacerlo todo; y he allí que la sapiencia y el
repertorio jugaron papel importante en la balanza.
El lote de Sebastián
Vargas careció de arrestos. El 1° fue reservón, de embestida descompuesta y
nunca se entregó. El cucuteño le hizo faena de aliño y lo pinchó. El 4° no
trajo nada nuevo, tuvo poca fuerza pero más claro en sus embestidas. Vargas lo
esperó de hinojos en los medios pero el morlaco acudió muy tardo y desentendido
y de allí para adelante hubo de sostenerlo con la muleta a media altura. No
hubo lucimiento pero sí conocimiento y oficio para domeñar y resolver. Dejó
media estocada en todo lo alto y el trofeo nunca llegó.
El Zapata no reparó en
las condiciones de su lote. Simplemente aprovechó cada viaje, cada arresto,
cada arrancada para pasárselos de capote y muleta. No es torero de quietud, de
cruzarse ni de apuntar con las zapatillas los pitones del toro, pero domina muy
bien los tiempos y las pausas, por eso lo ve todo muy claro. Los pares
monumentales que clavó calentaron los tendidos y despertaron admiración en un
público poco acostumbrado a ver toreros tan largos como el mexicano.
En medio de aquellos
dos veteranos de guerra anduvo nuestro crédito Fernando Roca Rey. Su 1°, que
arrollaba y echaba las manos por delante, no sirvió a sus propósitos. Al 6°, de
poca fuerza y sin transmisión, le hizo faena larga, tediosa y sin emociones, a
pesar de la buena actitud que mostró el limeño para justificarse y agradar al
público que en todo momento lo alentó desde los tendidos. Cayó la noche y no
alcanzamos a ver la estocada, pero sí el despelote que armaron los subalternos atizando
la confusión y el fervor de la gente que clamaba por los trofeos para el
peruano; en tanto el juez, acorralado, defenestrado y sin autoridad, abdicó
defender sus fueros.
Ficha. Sábado 31 de
mayo. Plaza de toros Antonio Navarro. Lleno hasta las banderas en tarde
soleada. Corrida de Toros. Seis astados de San Pedro 1°, 5° y 6°, y Salamanca
2°, 3° y 4°.
Sebastián Vargas (Azul
rey y Oro) Dos pinchazos y descabello, palmas. Media estocada en todo lo alto,
vuelta al ruedo.
Uriel Moreno El Zapata
(Gris pizarra y oro) Estocada desprendida, oreja. Estocada trasera y
desprendida, dos orejas.
Fernando Roca Rey (Burdeos
y oro) Estocada trasera y caída, vuelta al ruedo. Estocada, dos orejas.
(Desde Puquio, Ayacucho, textos y
fotos de Juan Medrano Chavarría)
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