Una corrida
con claroscuros pero interesante, -donde sólo los banderilleros fueron
nacionales-, con toreros que le pusieron actitud y oficio, nos obsequiaron una
buena tarde de toros en este pintoresco distrito ubicado en las estribaciones
tarmeñas a mas de 3,000 metros de altitud. Un toro de San Alejandro, de
hechuras asaltilladas, que tuvo trapío y transmisión, puso la emoción en el
epílogo de una jornada donde dos toreros sudamericanos fueron izados en
triunfo.
Después de algunas
temporadas,- exactamente tres-, volvimos a transitar los frígidos pero
copiosos
valles del Centro del Perú, bien llamada la Despensa de Lima, donde
se ubican extensas llanuras de andenerías asombrosamente cultivadas con
tubérculos, cereales y hortalizas. Uno de esos fértiles parajes es Palcamayo, localizado
a unos cuarenta minutos de Tarma en la vía del famoso santuario de Muruhuay.
Llegamos para ver toros
y quedamos sorprendidos; toreros honestos que se juegan la vida y dignifican la
profesión, sin importar la categoría de la plaza o la calidad de las
asistencias médicas, con un torero llamado Rafael Orellana, natural de Mérida,
Venezuela, que estuvo inmenso sorteando dos toros con auténtico peligro que
incluso lo prendieron con la inminencia de la cornada.
Al 2°, de Monte de
Olivo, un toro-toro con toda la barba, le pegó capotazos de inspiración pero en
la muleta el morlaco no le regaló nada; por el contrario, sacó la guasa y
anduvo buscándole el pecho reiteradamente. El 5° fue malo desde la salida; el
llanero le tuvo paciencia y tras enseñarle el camino lo toreó bellamente de
capote; banderilleó y el par al quiebro fue de veras proverbial. Luego el de San Alejandro sacó malas artes y
probándolo le hizo jirones la chaquetilla vendiendo cara su muerte. Rafael no
se amilanó y sacó la casta que le faltaba al toro, castigándolo y mostrándose
superior a las condiciones del galafate.
El caldense Cristóbal
Pardo también supo resolver el compromiso con paciencia y buen talante. El 1°
tuvo escasísima fuerza y lo sujetó para que no se cayera. El 4° tampoco tuvo
empuje pero lo aprovechó con enjundia en jaleados lances con el capote. El 7°,
un auténtico toro, tuvo poca clase y salía siempre rebrincado de los envites.
El mérito del colombiano fue saber entenderlo y acoplarse a sus embestidas
conectando en todo momento con los efusivos tendidos que lo arroparon desde que
se abrió de capa.
Al madrileño Luis Miguel
Amado se le vio con escasos arrestos y poca motivación. Su primero, terciado y
movedizo vencíase por el pitón derecho. Lo intentó fuera de cacho por el otro
pitón pero el animal no se enceló porque seguramente había que sobarlo y liarse
más con él. Con el 6°, un precioso asaltillado que fue bravo porque arreaba
transmitiendo emociones, anduvo a la defensiva y su poca claridad de ideas le
hicieron marrar en terrenos y decisiones. Escuchó los tres avisos tras su
inoperancia con la espada.
La tarde cerró con la
premiación del toro de nombre Idílico, de la ganadería liberteña
Monte de Olivo, lidiado por Cristóbal Pardo en 7° lugar, como el mejor toro de
la tarde. Este mismo torero galardonado como el mejor matador y el venezolano
Rafael Orellana con mención honrosa por su valor y honestidad.
Ficha.- Palcamayo,
distrito de Tarma, departamento de Junín. Feria de Fiestas Patrias. Corrida de
Toros. Miércoles 29 de julio 2015. Tarde
soleada, plaza llena. Reses de San Alejandro, 1°, 3°, 4°, 5° y 6°, de variada
presentación y juego; y 2° y 7° de Monte de Olivo, procedencia Chuquizongo; uno
con peligro y el que cerró plaza bravo y complicado.
Cristóbal Pardo
(Azul Añil en Azabache) Tres pinchazos, estocada desprendida, vuelta al ruedo
tras un aviso. Pinchazo y estocada delantera, oreja. Pinchazo y media estocada
desprendida, dos orejas. Rafael Orellana (Blanco en Azabache)
Estocada caída, oreja. Estocada delantera y perpendicular, descabello, dos
orejas. Luis Miguel Amado (Berenjena en Azabache) Cinco pinchazos,
estocada delantera, saludos. Tres avisos tras seis pinchazos.
(Desde
Palcamayo, Tarma, Junín, textos y fotos de Juan Medrano Chavarría)
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